Tarragona es una de esas ciudades que sorprende. Su patrimonio romano, protegido por la UNESCO desde el 2000, es abrumador. Hay ruinas tras cada esquina, a cual más impresionante. Y su casco medieval es realmente bello.Si vais a visitar Tarragona, entonces podréis profundizar en estos lugares.
La principal avenida de Tarragona. Este largo paseo, de más de 1km, atraviesa diagonalmente el centro de la ciudad y alberga numerosas terrazas, esculturas (como el «Monument als Castellers»), tiendas, hoteles, etc. La rambla se abrió al público hacia 1857 en el lugar donde se acababa de derribar la antigua muralla medieval que separaba el casco antiguo del barrio del puerto.
La Ramba Nova desemboca en uno de los puntos más emblemáticos de la ciudad: el Balcó del Mediterrani. Este gran mirador, ubicado a 40 m sobre el nivel del mar, ofrece estupendas vistas del litoral, incluyendo el puerto y el anfiteatro. Los tarraconenses suelen decir «anar a tocar ferro» (ir a tocar hierro) cuando hablan de este lugar, en referencia a su barandilla metálica de 1889.
Siguiendo por el litoral en dirección este, pronto os toparéis con el Anfiteatro de Tarraco, joya de la corona y pieza fundamental del conjunto arqueológico declarado Patrimonio Mundial. Construido en el s.II, este anfiteatro tenía capacidad para 14.000 personas y solía albergar espectáculos con fieras, luchas de gladiadores y hasta ejecuciones públicas.
La ruta os sumerge ahora en el casco antiguo de Tarragona, o Part Alta, un barrio que ocupa lo que habría sido el Foro Provincial, delimitado por las antiguas murallas romanas. La coqueta Plaça del Rei es uno de sus rincones con más encanto. Además des ser un lugar ideal para tomar algo, alberga la Torre del Pretorio, el Museo Nacional Arqueológico (sede cerrada en 2018) y una iglesia barroca del s.XVI .
En una esquina de la plaza destaca la Torre del Pretorio o Castillo del Rey. El edificio fue construido por una familia de nobles normandos a principios del s.XII sobre las bases de una antigua torre romana. Durante siglos acogió a aristócratas y reyes catalanes, pero tras la Guerra del Francés quedó gravemente dañada. En sus cuatro plantas podéis conocer la historia de la Tarragona medieval.
Con la misma entrada podéis acceder al interior del Circo romano, ubicado parcialmente bajo la propia torre. Hoy en día solo pueden visitarse algunos segmentos, ya que buena parte de la estructura sigue oculta bajo edificios del s.XIX. Se cree que el circo original alcanzaba 325 m de largo y 115 m de ancho y que podía albergar cerca de 30.000 personas.
Siguiendo la calle Santa Anna llegaréis a la animada Plaza del Fórum que, como su propio nombre indica, solía albergar el Foro Provincial. A principios del s.XX se despejó esta zona de viejos edificios y quedó al descubierto un muro de época romana del que hoy puede verse un fragmento.
La Catedral de Tarragona, dedicada a Santa Tecla, se ubica en la parte más alta del casco histórico sobre un antiguo y enorme templo romano (probablemente dedicado a Augusto) del que se conservan algunas ruinas. La construcción de la catedral se inició a mediados del s.XII pero no se consagró hasta 1331, por lo que se puede apreciar la transición de estilos desde el románico al gótico.
Hoy es solo una explanada llena de terrazas, pero aquello fue en su momento la spina del Circo romano (parte central de la arena). Y aún hay que continuar por todo el Carrer del Trinquet Nou para llegar de nuevo a la cabecera del circo, el cual veremos esta vez desde el exterior.
El más importante es el Acueducto de Les Ferreres o Pont del Diable, ubicado a 4 km del centro. Construido en el s.I, este acueducto de 217 m de largo y con una altura máxima de 27 m, abastecía a Tarragona de agua proveniente del río Francolí, que se encuentra a 25 km. La visita es gratuita y se puede recorrer la parte superior del mismo.